El universo sencillo y fantasioso del artista plástico Daniel Berman llega a México DF. Realidad alterna de gráfica simple y trascendencia dimensional por Carlos Ruffo
18 de septiembre de 2015, 4:58
Xalapa.- La más reciente exposición del artista plástico Daniel Berman se presenta durante los meses de septiembre y octubre en la Galería Vértigo, en la Colonia Roma de México DF; tras varias contribuciones conjuntas , “Hoyo Negro” surge del interés mutuo de Jorge Alderete –fundador del recinto- y del mismo Berman, luego de que su obra viajara felizmente por lejanas latitudes como San Francisco, Londres y Barcelona.
El oriundo de Naranjos, Veracruz, reconoce como “asociación inevitable” el título de la muestra con respecto a los agujeros negros descritos por la astrofísica; al mismo tiempo, refiere que podría significar una fuente inagotable de figuras y no-figuras , que obedecen en gran medida a los rudimentos de la gráfica, que son en su simpleza inagotables, agregados al tiempo personal y experiencia del artista.
Aunque el color adereza la obra sutilmente, esta edición es de predominio minimalista, casi ascética, y fundada en las raíces, tanto de la gráfica como de la idiosincrasia del autor. Escapan uno que otro dibujo o litografía a un submundo de grabados y pinturas: “La forma en que se imprimieron vuelve confusa la lectura de cómo están hechas; está el negro sobre el blanco o al revés… hay matrices, no hay matrices… Quiero trabajar con cosas elementales: blanco y negro, colores primarios y técnicas muy básicas como el monotipo y la xilografía”, explica el creador.
Plástica inagotable Dice el refrán popular que “El que mucho abarca, poco aprieta”, y de manera consciente o inconsciente, el veracruzano sabe con fundamento que su camino es el contrario, exprimir la creatividad con un código casi binario, simple e infinito: “Busco sintetizar el lenguaje para que tenga un impacto más fuerte, apostando a fijar menos la atención en detalles y dar un golpe estético para hablar de cosas más profundas”.
El mundo travieso, simplista y poli-temporal de Berman, encuentra un espejo en la obra, cuyo principal principio y fin es la expresión instintiva, casi animal, pero que tampoco se disipa: un caos ordenado que trasciende a su dimensión: “Está el riesgo de que se disperse tu energía como artista, por lo que hay que reducir los elementos a lo más básico, y así concentrar posibilidades; se trata de dar forma a un discurso propio con muchas aristas, que siempre se está gestando”.
La complejidad de lo simple
En el planeta Berman, la simplicidad impregnada de creatividad se convierte en existencia tangible, evoluciona a nuevos planos y lanza una metáfora sarcástica de nuestros tiempos digitales, con tecnología análoga y sentido del humor: “Lo siguiente serían piezas multidisciplinarias, mezclar realmente las técnicas; la intención final sería generar instalaciones más sólidas, llevar el concepto a tres dimensiones”.
Animales humanoides con genética caricaturesca, que mutan entre dibujos animados de los años 40 y criaturas autóctonas dignas de Francisco Toledo, danzan y juegan en un limbo de trazos tribales en mosaicos posmodernos. Y con esa misma simplicidad, comienzan a saltar fuera del papel para reclamar vida propia; justo conforme al plan de su autor: “Estoy averiguando cómo trasladar mis personajes a que abarquen el espacio de una manera más completa . En “Hoyo Negro” hay una escultura de madera que es interactiva; picas un botón, empieza a hablar y se le prenden los ojos… es el tipo de pieza que me interesa desarrollar. El lenguaje es el mismo, sólo se trata de redimensionarlo”.
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